lunes, 5 de octubre de 2009

Isadora

Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el himno nacional.

Una noche de 1916 comete esta osadía, en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colón y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios.

Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó la Marsellesa con un chal rojo por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno?

La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento. Ella baila porque bailando goza, y baila lo que quiere, cuando quiere y como quiere, y las orquestas callan ante la música que nace de su cuerpo.

4 comentarios:

e. r. dijo...

Hola, MArina!
Esteban nos contó que tiene preparadas algunas tapas para los libros, así que nos veremos pronto!
Saludos a cami

Dolores Medel dijo...

Marina!

Me encantó este post. No puedo dejar de recordar la tragicómica muerte de Isadora Duncan... De esas cosas que uno no entiende.

A mí me encanta bailar, bailar es eso: sentirse libre.

Un beso!

Marina! dijo...

Hola Ever! Sisi, espero verlos pronto.
Muchos saludos y gracias por pasar-

Hola Lola, es hermoso, si, lo lei por casualidad, buscando algún texto de Galeano sobre otro tema y me encanto. Yo también adoro la danza, es como volar.
Beso!

Marina Agra dijo...

bailar y sacar todo lo que aprisiona el viento. hermoso post, Marina!