lunes, 9 de agosto de 2010

Despedidas


Me despedí de los restos de mi Bisa el jueves por la tarde. Justo en frente de Valentín Alsina dejaron su cajón en el pabellón de la familia Isaurralde (los pabellones son algo siniestro, los cajones quedan ahí en el aire, como quien deja un florero).
Fue una gran escritora decían unos. Ya cumplía 102 años otros.
Yo no decía nada. Odio la verborragia de los funerales. Mi tristeza caía con un llanto silencioso. Como la de muchas otras que nos congregamos ahí.
Los recuerdos de mi Bisa acudían a mi llenos de la luz que derramó una persona que tenía siempre una canción, un poema, un cuento a mano para salvarnos de cualquier amenaza de aburrimiento. Y los recuerdos del antón pirulero, la farolera, el puente de Avignon (un lugar donde todos cantan y todos bailan todo el tiempo) , El negrito carbonilla venían a mi mente y se ponían a jugar. A tomar el Té. Con Viole, las tres. Como señoras grandes, con zapatos y vestidos enormes que arrastrabamos por el piso. A tomar el té con sconcitos de mi Tía Popota, para hablar de las cosas realmente importantes de la vida. En jeringoso, claro.

2 comentarios:

Maloperobueno dijo...

Cuanto lo siento Marina.

Marina! dijo...

Gracias Martin.