Mi profesor de metodología es un loco de las estadísticas. Para el son mucho mas que eso. Son su Dios. Lo confeso sin mayores vueltas la primera clase. Para mi la materia es un embole a la cuarta potencia, pero como es la ultima que me queda para terminar, y, teniendo en cuenta que debo estar 3 horas por semana escuchándolo, le pongo toda la onda que puedo al asunto. El lunes nos explico acerca de las muestras aleatorias, sinónimo de imparcialidad y garantía de eficiencia, tonces le digo -Profe ¿porque la suerte me va a garantizar que estoy haciendo las cosas bien? Es decir, ponele, llamo a 100 personas elegidas al azar, y resulta que 90 de ellas votan a Lilita en las elecciones, tengo que concluir que Lilita tiene una intención de voto del 90 porciento?
Entonces Juan se posesiona, y llena el pizarron de letras, flechas que van vuelven y se cruzan, AB BC CD DE FG AFss, y toda la teoría de la probabilidad. Yo pienso en Gretel, en que quizá su cerebro matemático entendería que carajo esta diciendo Juan. Y me acuerdo que en quinto año algo de esto estudie, y que el asunto es interesante, pero no me convence, me falta la filosofia del asunto o algo así.
Pero al final transpira tanto la camiseta el flaco, que una termina pensando Debe tener razón, debe ser así nomas, que si tira la moneda una x cantidad de veces va a tender a salir tantas veces cara como seca, y la curva de Gauss, claro, y el 0.98 de probabilidades de tener toda la mala leche.
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