
Tengo una multitud de silencios que me pueblan,
de palabras atoradas que anidan en mi garganta.
Tengo un llanto eterno que me acompaña
(ya no me detengo a llorar
porque sé que si no hago lo que tengo pendiente para hoy
mañana tendré mas motivos para seguir llorando)
así que salgo de casa con el llanto a cuestas
como quién lleva un bolso
o un paraguas
camino a la parada
llorando
subo al colectivo
llorando
voy al banco
llorando
y entre llanto y llanto asisto
obligada
a una nueva asamblea
en la cual mis frustaciones
luego de sacudirse el polvo y el olor a cementerio,
debaten furiosamente
en torno a sus origenes
los porqués que quedaron sin responder,
el abrazo que no llegó nunca,
la alegría que se perdió...
Luego, vuelvo
con mi cuerpo cansado a cuestas
a tirar mi tristeza
sobre la cama.

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